4 de 5 (para el take away, ideal para almuerzos en la oficina)
Abre de miércoles a viernes al medio día y jueves a la noche "jueves a la gorra!"
Llegar y toparse con la cuchara en la puerta jalar y escuchar la campana… somos recibidos a una casona reciclada en restaurante, con un pequeño parque amigable para las bicis, con una filosofía de slow food, casera. Al entrar la decoración es muy acogedora con papel picado y platos reciclados.
El sistema de take away promueve el uso de tu tupper para ir por tu comida y el menú consta de 4 platos que varian según los días: guisito, sopa, tarta o sandwich… precios muy económicos, de $6 a $15.
También hay cookies, muffins y budín, riquísimos y no son caros!
Ir a comer al lugar es tentador, los platos suenan en el paladar al nombrarlos pero la experiencia no fue muy grata, los platos fueron escuetos y la idea de slow food se fue un poco de control, un bagel veggie con papas al horno demoró unos 40 minutos y en el lugar solo éramos 2 mesas ocupadas. (con una limonada de menta y jengibre gastamos unos $40 por persona)
También es una negativa que haciendo sus propios panes no haya panerita para degustar/esperar y que en el take away te incluyan siempre un pancito y en salón no.
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Julio
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